Cuando
te dicen que hay algo que no puedes ver lo único que quieres es ver eso que no
puedes.
Así
tengas que perseguir, ocultarte y espiar, tu vas a ver eso que quieres ver.
Es
como espiar por el ojo de una cerradura, como cotillear un móvil ajeno, nunca
sabes con qué te vas a encontrar.
Si
espías eres responsable de lo que ves. Nunca sabes que vas a encontrar espiando
por el ojo de la cerradura.
A
todos nos gustas hurgar, cotillear, espiar… aunque a veces no estemos preparados
para lo que podamos ver por el ojo de la cerradura.
Mirando
por la cerradura puedes llegar a robar verdades, verdades que pueden doler, y
mucho.
El
problema de espiar no es lo que se ve, sino todo lo que no se ve…
Mirar
por el ojo de la cerradura nos da una visión limitada de la realidad, muy
estrecha y pequeña.
Todo
lo que queda afuera de lo que el ojo de la cerradura no nos deja ver es como si
no existiera.
Para
ver por el ojo de una cerradura tienes que cerrar un ojo, ver solo una parte de
la escena.
Es
irresistible, siempre queremos saber qué hay del otro lado de la cerradura
¿pero estamos preparados?
Tras
el ojo de la cerradura viven grandes secretos, secretos que significan una vida
y a veces grandes cambios.
¿Vendrá de ahí el dicho de ´´La curiosidad mató al gato´´?